Una Herramienta de Protección contra Robo de Salario que Cabe en tu Bolsillo

Al comenzar el nuevo año, muchos lugares regalan pequeños calendarios de papel con sus logotipos: bancos, iglesias, oficinas de impuestos, seguros, tiendas, etc. También son fáciles de encontrar en una tienda local de variedades o en la bodega en la esquina. Con la popularidad de los celulares con calendarios integrados, ya no son tan populares como antes, pero estos calendarios de bolsillo pueden ser una herramienta poderosa para ayudar a recuperar salarios robados.

La primera y más larga campaña de Fuerza Laboral ha sido la lucha contra el robo de salarios, y es el abuso laboral más común por el cual la gente acude a nosotros en busca de ayuda. Presentamos cientos de quejas por robo de salario al Departamento de Trabajo y Entrenamiento de Rhode Island y el Departamento de Labor Federal (DOL).  Lo más difícil de presentar una queja es cuando el trabajador no tiene una buena anotación de sus horas trabajadas–horas regulares y tiempo extra. 

La otra cara de la moneda es que los empleadores que cometen robo de salarios con frecuencia tampoco mantienen buenos registros. Si mantuvieran registros mientras robaban salarios, las cifras simplemente no cuadraran. Podemos usar esto a nuestro favor.

Si el empleador no tiene registros confiables de salarios y horas y un trabajador sí los tiene, y las horas anotadas del trabajador se toma como un hecho legal en un caso de robo de salario. Tomarse sólo 30 segundos al final de cada día laboral para anotar las horas trabajadas es todo lo que se necesita para crear este registro. 

Lo que debes anotar:

Cada día, escribe tres cosas en tu calendario:

  • La dirección y ciudad del lugar de trabajo (si tu lugar de trabajo cambia, por ejemplo, trabajos de limpieza, jardinería o construcción),

  • La hora en que empezaste a trabajar,

  • La hora en que terminaste el trabajo.

Se ve así:

Documentar y tener siempre presente:

  • El nombre y apellido de tu empleador, 

  • El número de teléfono o celular del empleador,

  • El nombre y la dirección de la empresa o agencia temporal que te da la asignación de trabajo

El Departamento Federal de Trabajo y el Depto de Labor y Entrenamiento de RI sugiere realizar un seguimiento de sus descansos, pero si esta documentación adicional es suficiente para disuadirlo de llevar un registro diario, no te preocupes. Es muy poco probable que tu supervisor te permita tomar un descanso mayor que el tiempo mínimo legal de descanso cuando eres un trabajador asalariado.

El tiempo que pasas conduciendo o obteniendo transporte desde tu casa al trabajo y de regreso a casa no cuenta para tu salario, pero cualquier tiempo que pasas conduciendo o siendo transportado entre sitios de trabajo, o desde la oficina/garaje al que se presenta al comienzo del día de trabajo al sitio de trabajo, sí cuenta como tiempo de trabajo.

Al final de cuentas, nuestro poder como trabajadores proviene de nuestra solidaridad mutua, de nuestra voluntad de defendernos unos a otros frente a la injusticia y de ser parte de organizaciones que nos ayudan a construir nuestro poder colectivo. Esto incluye centros de trabajadores como Fuerza Laboral, formar o unirse a un sindicato, o lanzar una cooperativa de trabajadores. Si estás experimentando injusticia en el trabajo y quieres aprender cómo organizarse con tus compañeros de trabajo para formar e introducir al sindicato o cómo iniciar una cooperativa y ser dueño de los frutos de su trabajo, contáctanos.

Pero mantener un calendario de horas trabajadas puede ser una herramienta clave para ayudarte a recuperar los salarios robados si sufres un robo de salario.

Sobre el Concepto de Propiedad

El 5 de octubre de 2023, Fuerza Laboral celebró nuestro 17 Aniversario con un hito: la inauguración de nuestro propio edificio, el cuál compramos el verano pasado, gracias a un préstamo del Fondo Cooperativo del Noreste y una subvención del Departamento de Agricultura de los EE.UU. Esta compra nos hace reflexionar sobre la naturaleza de la propiedad.


A lo largo de nuestros diecisiete años de historia, hemos estado alojados en lugares bastante diversos. En el período de gestación de nueve meses antes del nacimiento de Fuerza Laboral, la organización de justicia económica y acción directa, el Centro George Wiley, nos brindó espacio para reunirnos, soñar y planificar en su oficina en Pawtucket. Cuando lanzamos, la Diócesis Católica de Providence nos dio un alquiler significativamente por debajo del mercado en nuestra primera oficina, subarrendando de su programa de servicios sociales, Proyecto Esperanza. Pero cuando Proyecto Esperanza se mudó, teníamos una dueña malandre que no respondía a las llamadas cuando se fue la calefacción y que alquilaba el espacio compartido (que anteriormente albergó servicios sociales y un banco de alimentos gratis) a una casa de empeño. En múltiples ocasiones llegamos a la oficina y encontramos rota la puerta que separaba nuestros espacios. Al necesitar salir rápidamente, pasamos un año trabajando en el espacio prestado en dos armarios del conserje, manteniendo las puertas abiertas para que entrara aire.


Nuestro siguiente alquiler fue una habitación en una antigua fábrica en la Calle Clay, con un techo alto, enormes ventanas y un piso pulido con cien años de sudor y grasa de máquinas frotadas por las suelas de los zapatos de los trabajadores. Podíamos celebrar reuniones de más de cien personas en ese espacio (y lo hicimos), pero teníamos que usar abrigos y gorros y acurrucarnos alrededor de calentadores en el invierno, y usar un ruidoso ventilador de piso industrial todo el día en el verano, lo que hacía difícil tener conversaciones cara a cara, y más difícil aún las reuniones de miembros. Nuestra última oficina estaba en el mismo edificio de la fábrica y, afortunadamente, había más control de temperatura, pero era demasiado pequeña para albergar nuestra visión, nuestros proyectos crecientes y la red de cooperativas con las que trabajamos.


Durante mucho tiempo hemos querido tener nuestro propio edificio. Parte de este deseo era de estabilidad; no estar a merced de los propietarios en lo que respecta al mantenimiento, la salud y la seguridad y los constantes aumentos de la renta. Pero hay otra parte también:


Suscribimos a una visión diferente de lo que es posible.


Como organización de derechos de los trabajadores, vemos una fuerte conexión entre la vivienda y la injusticia laboral. En nuestra sociedad generalmente nos vemos obligados a vender nuestro trabajo a un patrón y pagar a una empresa por alquilar nuestra vivienda. Nuestro trabajo y nuestras viviendas alquiladas se convierten ambos en objetos de compra. El trabajador/inquilino existe únicamente para obtener ganancias para el propietario y la mayor cantidad de ganancias posible. Cualquier cosa que no aumente las ganancias, como la salud y la seguridad o la equidad, se considera frecuentemente una distracción.


Al organizarnos por la justicia, hemos visto muchas veces a empleadores que amenazan a los trabajadores con violencia física y explotación de las condiciones de marginación de las personas para obligarlos y aterrorizarlos a trabajar en condiciones terribles por un salario bajo o nulo. 


Pero no tenemos que aceptar esto como la única forma de ser; hay otra manera diferente. 


Para imaginar en qué pueden ser diferentes tanto para la vivienda como para el trabajo, comenzamos preguntando:


  • ¿Cómo sería si ningún individuo ejerciera control sobre otra persona y la privara de sus derechos y su poder en esta relación?

  • ¿Cómo sería si no imagináramos esto como un juego de suma cero, donde, para que alguien se beneficie, otros tienen que perder?

  • ¿Cómo podemos deshacer las barreras que han funcionado para excluir a las comunidades de su propia autonomía y soberanía?


El objetivo de nuestra Incubadora de Cooperativas de Trabajadores es construir un vehículo para que los trabajadores que han sido excluidos de ser propietarios tengan control directo sobre sus decisiones y condiciones laborales. Los trabajadores-cooperadores son dueños del negocio, sí, pero también son dueños de su labor y de los frutos del mismo.


Podemos construir empresas que nos permitan ser los arquitectos de nuestras vidas y guiarnos no sólo por las ganancias, sino por valores más elevados de justicia, dignidad, comunidad y medio ambiente. Podemos construir negocios que tengan éxito financiero y al mismo tiempo tener éxito en todos los frentes, cuando valoramos, parafraseando al cantante y contador de cuentos Utah Phillips, “el ganarse la vida sin lucrarse de la matanza.”


Fue emocionante ver nuestra nueva sede palpitar de vida, conversaciones, afirmaciones, música y baile durante la inauguración. Esta es nuestra casa, y esa “nuestra” es aquella que contiene multitudes. El edificio tiene la forma de la letra “C”, que significa comunidad, cooperativas y conexión. Juntos conseguiremos que sea un espacio guiado por estos valores.